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domingo, 31 de marzo de 2013

Salarios y empleo: ¿Un modelo distributivo?


En el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, Cristina señaló que durante su gobierno se ha alcanzado un promedio récord de trabajo de casi 500.000 puestos por año. ¿Qué hay de cierto en estas cifras?
Escribe:

José Castillo
La devaluación de 2002 permitió a las empresas locales acrecentar sus niveles de competitividad y abaratar sus costos operativos, reduciendo los salarios reales, lo cual se tradujo en un aumento inmediato en la creación de nuevos empleos. Eso es indudable. Entre fines de 2002 y 2011, por ejemplo, se generaron unos 4.000.000 de puestos declarados, la gran mayoría en el ámbito público. Sin embargo, lo que ocultan las cifras arrojadas por Cristina es que hoy la tendencia va en sentido inverso. Veamos.
Entre 2003 y 2006 se dio una recuperación significativa del empleo. Sin embargo, ha sido una etapa de crecimiento sin cambios estructurales, de aprovechamiento de la gran capacidad ociosa inicial (40%), tras la crisis de 2000/2001, pero manteniendo intacta la estructura productiva de los años ´90. Es por ello que, a partir de 2006, esa tendencia comenzó a declinar. En 2007 ese crecimiento apenas llegó a cubrir el aumento de la población que ingresa cada año al mercado laboral, produciéndose un estancamiento. Y en el último periodo, en cambio, la tendencia ha sido recesiva, de contracción del empleo, disminución de las horas trabajadas, suspensiones y despidos. En esa fase nos encontramos ahora. Salvo en el periodo 2003-2006, las altas tasas de crecimiento económico registradas en el período completo (un 8%, con excepción de los años 2008 y 2009) no tuvieron su correlato en un crecimiento porcentual similar del empleo.
Pero eso no es todo. También es cierto que una parte no despreciable de la variación favorable de la ocupación es atribuible al abultado incremento de planes sociales que, pese a que se encuentran virtualmente congelados en montos miserables, sirven para descarnar las cifras reales de desempleo. A eso se debe, en parte, su crecimiento Con lo cual, la perorata kirchnerista es todavía más engañosa.
Con todo esto, el gobierno sostiene que la tasa de desocupación se sitúa en un 7% (1.168.000 personas), en tanto entre los ocupados se incluyen a trabajadores en blanco y en negro, eventuales, a quienes trabajan sólo unas horas en la semana y a quienes perciben un “plan social”. Por fuera de ese porcentaje queda, sin embargo, la población “inactiva” o “desalentada” -que no tiene ni busca trabajo- que, se estima, ronda los 7.000.000.
¿Qué tipo de empleo?
La no modificación de la estructura productiva se refleja, entre otras cosas, en que el mayor crecimiento del empleo en todo el período corresponde al sector público, que duplica el incremento porcentual de los puestos de trabajo en el sector privado, empleando a unas 3.000.000 de personas. Es decir, el grueso de los nuevos puestos de trabajo se montan en la multiplicación de los puestos estatales y en la reactivación de empresas en desuso, no en el desarrollo de nuevas ramas productivas. En ambos casos, privados y estatales, la calidad del empleo creado (en especial desde 2009) es muy baja e inestable.
Así, a lo largo de este periodo se fue consolidando un 54% de fuerza laboral en condiciones precarizadas o desocupada. De 1990 a 1995 el promedio de informalidad del empleo rondó el 30%; del ´96 a 2001 estuvo alrededor del 36 o 37%. En 2003 pegó un salto a casi el 50% y a partir de ese momento fue bajando hasta llegar, en 2010, cerca del 34%. Y esta cifra aún se mantiene, más allá de lo que diga el gobierno. Hoy, uno de cada tres trabajadores está en negro, pero a diferencia de años anteriores es sobre la base de un retroceso del empleo en general. Y es el Estado, casualmente, el principal empleador en negro. Según ATE, entre 35.000 y 39.000 estatales nacionales tienen una situación laboral precaria, sin estabilidad y con parte de sus salarios “en negro” o “no remunerativos”. El caso más resonante es el del propio Ministerio de Trabajo, que tiene al 70% de sus trabajadores con contratos que se renuevan cada 6 o 12 meses.
Hoy, con una Canasta Familiar que se calcula por encima de los 7.000 pesos, el ingreso promedio de todos los trabajadores se sitúa alrededor de los 3.500/4.000 -en el caso de los 4.200.000 en negro, de los $2.000- y este modelo sigue con el robo del Impuesto al salario. Es por todo esto que las luchas -que en los discursos de Cristina no encontrarían asidero y parecieran ser poco más que un capricho o un intento de desestabilización- nunca se frenaron en todos estos años, hasta llegar a la primera huelga general contra el kirchnerismo peronista el pasado 20N.
Juan Rivera


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